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jueves, 21 de junio de 2018

Bebes y Niños Separados De Padres Son Llevados A Cárceles Para Bebes En Estados Unidos

La Patrulla Fronteriza de Estados Unidos afirma haber separado a más de 2.300 niños inmigrantes de sus familias en los últimos dos meses. La revista electrónica The Intercept informa que el gobierno del presidente Donald Trump ha separado al menos a 3.700 niños inmigrantes de sus padres desde octubre, muchos de los cuales llegaron a Estados Unidos en busca de asilo. 

La agencia de noticias The Associated Press informa que bebés y niños pequeños están siendo detenidos en al menos tres instalaciones –a las que se conoce con el nombre de “cárceles para bebés”– en el sur del estado de Texas, en las ciudades de Brownsville, Raymondville y Combes, y que está programado inaugurar una cuarta próximamente en la ciudad de Houston. El gobierno los llama “refugios para personas de corta edad”. Muchos de los niños que permanecen en esos centros tienen menos de un año de edad. 

Pero el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, continúa defendiendo la práctica de su gobierno de separar por la fuerza, en la frontera, a los niños inmigrantes de sus padres, en una medida que constituye una violación de las normas internacionales de derechos humanos. 

El presidente Donald Trump declaró: “Estados Unidos no será un campamento de migrantes y no será un albergue de refugiados. No lo será. Miren lo que está pasando en Europa y en otros lugares. No podemos dejar que eso le pase a Estados Unidos. No bajo mi mandato”. 

Sin embargo las protestas a lo largo de Estados Unidos van en aumento ante la práctica del gobierno encabezado por el presidente Donald Trump de separar por la fuerza a niños inmigrantes de sus padres en la frontera entre Estados Unidos y México, una medida que constituye una violación de las leyes internacionales de derechos humanos. 

Los gobernadores republicanos y demócratas de ocho estados –Maryland, Massachusetts, Virginia, Rhode Island, Colorado, Nueva York, Carolina del Norte y Connecticut– declararon que retendrían o retirarían a sus tropas de la Guardia Nacional de la frontera, en protesta por la práctica de separar a los niños inmigrantes de sus padres y madres. 

Por su parte las autoridades mexicanas informan que entre los miles de menores que han sido separados de sus padres en la frontera de Estados Unidos hay una niña de 10 años con síndrome de Down. Estas son palabras del Corey Lewandowski, exdirector de campaña de Trump, quien se burló de la historia de esta niña en la cadena de televisión Fox News. El fragmento comienza con el exasesor principal del Comité Nacional Demócrata, Zac Petkanas. 

Zac Petkanas: “Hoy leí sobre una niña de 10 años con síndrome de Down que fue separada de su madre y encerrada en una jaula” 

Corey Lewandowski: “Buah, buah”. 

Zac Petkanas: “¿Acaba de decirle ‘buah, buah’ a una niña de 10 años con síndrome de Down que fue separada de su madre? 

Corey Lewandowski: “Lo que dije es que puede seleccionar cualquier cosa…” 

Zac Petkanas: “¿Cómo se atreve?” 

Corey Lewandowski: “…pero la conclusión es muy clara” 

Zac Petkanas: “¿Cómo se atreve?” 

Finalmente compartimos el video del canal de Youtube Noticias Telemundo donde se escucha el audio con el llanto desesperado de niños centroamericanos llamando a sus padres tras ser separados de ellos en la frontera fue divulgado por la organización sin fines de lucro ProPublica

 

 

Fuente: www.democracynow.org - Youtube Noticias Telemundo 

http://www.inmigracionyvisas.com/a3829-bebes-separados-de-sus-padres-en-Estados-Unidos.html

 

jueves, 7 de junio de 2018

La Separación De Los Niños Migrantes De Sus Padres en Estados Unidos

Dianne Feinstein, senadora demócrata por el estado de California, presentará un proyecto de ley que se propone poner fin a la práctica del gobierno Estados Unidos, encabezado por el presidente Donald Trump, de separar a los niños inmigrantes de sus padres. 

La propuesta de legislar en ese sentido se produce menos de un mes después de que el fiscal general Jeff Sessions emitiera la siguiente amenaza a los migrantes que cruzan la frontera entre México y Estados Unidos. 

Jeff Sessions declaró: “Quien ingrese ilegalmente con un niño será enjuiciado y podrían separarlo del niño, tal como lo exige la ley”. 

Desde entonces, los informes de bebés arrancados de los brazos de sus madres por los agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas han provocado indignación y la exhortación generalizada a poner fin a dicha práctica. 

Los inmigrantes enfrentan juicios masivos y separación de los miembros de las familias en la frontera entre México y EE.UU., en momentos en que el Gobierno estadounidense implementa políticas de “tolerancia cero” con las personas que tratan de ingresar a Estados Unidos. 

Los juicios masivos por cruzar la frontera y algunos casos dispersos de separación de miembros de las familias ocurren desde que se introdujo la medida “Operation streamline” en el año 2005. Pero el mes pasado, el fiscal general, Jeff Sessions, anunció que el Gobierno federal ahora procesará “el cien por ciento de los cruces ilegales de la frontera sudoeste”. 

En el estado de Texas, el domingo se le prohibió la entrada a un centro de detención para niños inmigrantes al senador demócrata de Oregón Jeff Merkley. El legislador había viajado hasta el centro, ubicado en la ciudad de Brownsville, en un edificio donde antes funcionaba una tienda de Walmart, para presenciar de primera mano la práctica del gobierno del presidente Donald Trump de separar a los niños inmigrantes de sus padres. 

Según se informó, las autoridades federales han separado, como mínimo, a 600 niños inmigrantes de sus padres el mes pasado, lo que provocó una indignación generalizada y la condena internacional. 

Para saber más de este tema, puede ver la entrevista que hiciera democracynow a Debbie Nathan una periodista independiente, que ha publicado un informe para el sitio The Intercept que se titula “Hidden Horrors of 'Zero Tolerance'—Mass Trials and Children Taken from Their Parents” (Lo horrores ocultos de la ‘tolerancia cero’. Juicios masivos y separación de padres e hijos). 

AMY GOODMAN: This is Democracy Now! I’m Amy Goodman, with Juan González. 

JUAN GONZÁLEZ: We turn now to the U.S.-Mexico border, where a reporter obtained a recording of immigrant parents who have been separated from their children. The audio is from a mass trial of dozens of immigrants in a courtroom in Brownsville, Texas. Standing shoulder to shoulder, men and women, in shackles, plead guilty to the crime of illegal entry during a mass trial. If you listen closely, you can hear the clinking of their chains as Federal Magistrate Judge Ronald Morgan asks a man if he would like to say anything before he is sentenced. 

JUDGE RONALD MORGAN: Anything else you wish to say then before sentence? 

UNIDENTIFED DEFENDANT: No. 

JUDGE RONALD MORGAN: OK. Mr. Hernández-Rodríguez, anything you with to say before sentence? 

MR. HERNÁNDEZ-RODRÍGUEZ: Sí. También sobre mi hijo ¿yo lo traigo conmigo? Aquí me lo separaron. 

TRANSLATOR: Also, I was bringing my child with me, and we got separated. 

JUDGE RONALD MORGAN: OK. Like I just told Mr. Hernández-López, my understanding, the way it’s supposed to work, is because you’re from a country other than Mexico, you’re going to be sent to a camp, and you’re going to be sent to a camp where your child will be allowed to join you. That’s my understanding of how it’s supposed to work. You understand that? 

MR. HERNÁNDEZ-RODRÍGUEZ: Sí. 

JUDGE RONALD MORGAN: How old is your child? 

MR. HERNÁNDEZ-RODRÍGUEZ: Seis años. 

TRANSLATOR: Six years. 

MR. HERNÁNDEZ-RODRÍGUEZ: Me preocupo bastante porque se me duele no saber si me van a dejar aquí a donde me van a mandar. 

TRANSLATOR: I’m very worried—

JUDGE RONALD MORGAN: Yeah, I understand. 

TRANSLATOR: —because they may leave him here, and then I’m going to get deported. 

JUDGE RONALD MORGAN: Well, you’re supposed to be joined with your child before you are deported. I think, Mr. Hernández-López, let me just tell you, the theory is that’s going to keep you from coming to this country. 

JUAN GONZÁLEZ: That audio of Federal Magistrate Judge Ronald Morgan’s courtroom in Brownsville, Texas, is from a report for The Intercept by Debbie Nathan headlined “Hidden Horrors of 'Zero Tolerance'—Mass Trials and Children Taken from Their Parents.” The story also features a rare photograph from inside a federal courthouse in Pecos, Texas, that shows dozens of immigrants in orange jumpsuits spread across a courtroom and filling up a jury box as they are all tried at once. 

AMY GOODMAN: Mass trials for crossing the border, scattered cases of family separations, have taken place since “Operation Streamline” was first introduced in 2005. But last month, Attorney General Jeff Sessions announced the federal government will now prosecute, quote, “100 percent of illegal southwest border crossings.” 

ATTORNEY GENERAL JEFF SESSIONS: I have put in place a zero-tolerance policy for illegal entry on our Southwest border. If you cross the border unlawfully, then we will prosecute you. It’s that simple. If you smuggle illegal aliens across our border, then we will prosecute you. If you are smuggling a child, then we will prosecute you, and that child may be separated from you, as required by law. 

AMY GOODMAN: Well, for more on this new policy, how it’s unfolding, we go to Austin, Texas, where we’re joined by Debbie Nathan, independent journalist, usually based in Brownsville, Texas, on the Mexico border. Her new report for The Intercept, “Hidden Horrors of 'Zero Tolerance'—Mass Trials and Children Taken from Their Parents.” She’s been on the ground reporting on what she calls “zero tolerance factories.” 

Describe what you saw, Debbie. 

DEBBIE NATHAN: I’ve been to several of these trials. I’ve been in Brownsville, Laredo and El Paso. And what you see is somewhere between 20 and 40-something people, all triple-shackled, not to each other but individually, their hands in handcuffs chained to their waists, and their feet shackled. And they clunk and clang into court. I mean, there’s this clanging sound of chains. And they go through these mass processes in less than an hour, usually. And they often—they are instructed to answer in groups or answer en masse. So you’ll hear like 40 people being asked a question, and they’ll say, ”Sí,” all at once, or they’ll say, “No.” And it’s just—it’s really uncanny. It’s shocking. It doesn’t feel like due process. One after one after one after one after one, with only one lawyer, they plead guilty: ”Culpable,” ”culpable,” ”culpable,” ”culpable.” I mean, it’s just—it just feels like something out—I mean, the photo itself, added to the sounds, really makes you think of something like Abu Ghraib, except that it’s completely legal in this country now to do this to people. It’s just quite shocking to see. 

And, you know, very few people go to see it, which I think is another reason why it’s happening on the border and with so little oversight. I’ve had trouble getting into courtrooms. I go to get into the federal building, and I’m told, “No, the judge said that the courtroom is too crowded. Nobody can go in except for Border Patrol agents and lawyers.” And I’ve had to argue to get in, even after I’ve said I was a reporter. So, people don’t see these proceedings. And people are afraid to argue, actually. So, the fact that this photo was taken is actually very remarkable. The defense bar that I spoke with in that area—that’s the Western District of Texas—said that they think that it was a marshall who took it. Somebody inside the court secretly took it, probably. And my experience, hanging around these courtrooms and talking to people and even having a little bit of whistleblower effect, is that there are a lot of people inside these courtrooms or inside these courthouses who are not comfortable with what’s going on. In fact, if you can—if we were able to continue to listen to the judge in that tape, he even starts to feel real anxiety, expresses anxiety about the fact that maybe it’s not true that people are being reunited in these camps—

JUAN GONZÁLEZ: Well, Debbie, if we can, let’s go—

DEBBIE NATHAN: —as he calls them, with their children, which is not true. And he actually goes on—

JUAN GONZÁLEZ: Debbie, if we can—

DEBBIE NATHAN: —to say to the assistant U.S. attorney, “If this is not true, if you’re not reuniting these children, then we can imagine the hell that’s being created.” So, the judge—I mean, there are so many people who are not comfortable with what’s going on. 

JUAN GONZÁLEZ: Well, if we can, let’s go to the audio recording you obtained from the Brownsville, Texas, courtroom of Federal Magistrate Judge Ronald Morgan, as he’s presiding over the mass trial of these folks who were apprehended at the border. This was in late April, and this begins with Judge Morgan offering another defendant the chance to address him before she was sentenced. 

JUDGE RONALD MORGAN: Ms. Díaz-Castro, anything you’d like to say before sentencing? 

MS. DÍAZ-CASTRO: En el mismo caso de ellos, de mi hija, sólo que no me la separaron, pero me dijeron que sí me la van a quitar. 

TRANSLATOR: The same case as theirs, only they haven’t separated me from my daughter, but they told me they were going to take her away. 

JUDGE RONALD MORGAN: Well, let’s hope they don’t. You and your daughter, you should be joined together. Let me just ask, Ms. D’Andrea, my understanding is, is that when there is parent and child, the parent and child are supposed to be joined before they are separated and sent home. Is that correct? 

MS. D’ANDREA: That’s what I’ve heard, Your Honor, as well. 

JUDGE RONALD MORGAN: I’ll tell you what: If it’s not, then there are a lot of folks have some answering to do, because what you’ve done, in effect, by separating these children is you’re putting them someplace without their parent. You can imagine there’s a hell, and that’s probably what it looks like. You’d best confirm that’s the case. You’d best make sure that’s the case. 

MS. D’ANDREA: Yes, Your Honor. 

JUAN GONZÁLEZ: Again, that was Federal Magistrate Judge Ronald Morgan speaking in his Brownsville, Texas, courtroom in late April, in this audio that Debbie Nathan obtained for her report in The Intercept. Debbie, this whole issue of lawyers, one lawyer representing 30, 40, 50 people? Obviously, they can’t have much in terms of individual information about that particular person on what might have driven them to try to cross the border to begin with. 

DEBBIE NATHAN: Yeah. What I’ve heard is that they’re getting somewhere between seven and 10 minutes of counsel right before the proceedings. And, you know, I’ve talked to public defenders who try very, very hard to get information that would be helpful to the—to the—I was going to say “client,” but to the defendant, for example, who really make an effort to find out whether they crossed with their children and whether they have a claim, a credible fear claim, that would allow them to, later in the process, claim asylum. But it seems so inconsistent. Like I was in court in El Paso last week, and there were 60 defendants, and they were split into 20—into three groups of 20. And so, each group of 20 had a lawyer. And I interviewed one lawyer who told me that, of his 20, not one of them had been separated from a child, and not one of them had an asylum claim or a credible fear claim. So, then, in the third group, I was able to interview the attorney, who spoke Spanish, unlike the first one, and seemed very concerned about the immigration issues. And he told me that, of the 20 that I saw him representing, 10 of them had been separated from a total of 15 children, including one woman who was separated from three children. And, you know, he obtained that information by just really speaking with these people. So, you get the feeling that the legal representation, as short as it is, as few minutes as it is, also depends on whether the lawyers even care, you know, to find out what’s going on. 

AMY GOODMAN: You know, in also where you are, where you usually work, in Brownsville, Oregon Democratic Senator Jeff Merkley was barred from entering a detention center, which was an old Walmart—it’s a detention center for immigrant children—just Sunday, after traveling to the center to see firsthand the Trump administration’s practice of separating immigrant children from their parents. He tweeted, “I was barred entry. Asked repeatedly to speak to a supervisor—he finally came out and said he can’t tell us anything. Police were called on us. Children should never be ripped from their families & held in secretive detention centers,” he tweeted. Federal authorities reportedly separating at least 600 immigrant children from their parents last month, sparking widespread outrage and international condemnation. Even a U.S. senator is being escorted away by police, not allowed to go into the old Walmart where children are being held, that we are paying for, Debbie. 

DEBBIE NATHAN: Yeah, I wasn’t surprised. It was, you know, sort of the same experience, only in spades, of what I’ve had when I’ve tried to go into court. It seems like everybody is just being treated like some bum that knocks on the door, you know, like, “What are you doing here? And, you know, we’re going to call the cops on you.” I mean, it was, in a way, shocking to see him treated that way. I saw the video yesterday. But it wasn’t surprising to me. Nobody can get in there. 

JUAN GONZÁLEZ: Debbie, I want to turn to an interview you did with migrants you met in Mexico, just across the border from El Paso. This clip, from a video you posted on Twitter this weekend, begins with you asking the migrants if they tried to cross the bridge to the United States at that port of entry. 

DEBBIE NATHAN: [translated] Did you try to cross the bridge? 

CHICO: [translated] Yes. We want to cross the bridge, but they do not allow us. 

DEBBIE NATHAN: [translated] What happened when you tried to cross? 

CHICO: [translated] We wanted to seek help, to enter the U.S. 

DEBBIE NATHAN: [translated] What’s your name? 

CHICO: [translated] My name is Chico. 

MIGRANT 1: [translated] We want to enter the United States because we want to find a job. We have debts. We owe a lot, because we are far from our country. 

DEBBIE NATHAN: [translated] What will happen to you if—do you fear violence there? 

MIGRANT 2: [translated] Yes, of course. If we do not pay our debts, the money we owe, they will threaten or kill us. 

JUAN GONZÁLEZ: So, Debbie, could you explain? These are the U.S. agents crossing—are they crossing into Mexico before even the border crossings point that the migrants would try to get through? 

DEBBIE NATHAN: So, traditionally, you go to the port of entry, and you—which is this big building at the bottom, you know, in Brownsville. It’s the big curved bridge. You go to the bottom of the bridge to the U.S. side, to the port of entry, and you tell the agents that want to request asylum. And that is your legal right. You’re in the United States at that point, and you request asylum. 

So, what’s been happening up and down the border is—and this has been going on probably for at least a year and a half, that I’m aware of, anyway—is that they’re putting agents up at the top of the bridge, because, you know, there’s sort of an invisible line, which is often marked with a plaque, but there’s a line dividing the United States and Mexico. So, they want—what the government wants at this point is for people not to be able to step into the United States at that invisible line, because then they can’t apply for asylum. And so they’ve got these agents at the top of the bridge, and they’re standing there. And they’re asking everybody who they’re suspicious about—you know, and suspicious of not—you know, of maybe they’re going to apply for asylum, but asking people for their documents. And then they won’t let people go into the United States. So, I mean, it’s almost like they’re not even in Mexico. Technically, they’re in Mexico, but they’re like six inches from the United States. And that’s illegal. I mean, that’s against American law, and it’s against international law. But that’s what’s happening up and down the border. And that’s what I observed when I was in El Paso last week. 

And I interviewed those people who had been turned back. They had already been turned back about three times and told, “Oh, come back like—come back at 10:00 tonight, or come back at 6:00 in the morning. We don’t have room for you now.” So they were camped out in front of a bathroom at the bottom of the bridge, which is the Mexico side. And, you know, again, incredibly upsetting to see them really looking hungry and looking exhausted and weeping and telling me that they have, multiple times, tried to get in, get past these agents, and that they were not able to. 

AMY GOODMAN: Debbie Nathan, you also have a new report out for The Interceptthat’s headlined “Border Patrol Continues to Exaggerate Danger to Agents to Justify Violence Against Immigrants.” I want to ask you about this and how it relates to the Border Patrol officer who just shot dead, shot through the head, the 19-year old indigenous Guatemalan woman Claudia Gómez, killing her, this in Rio Bravo, Texas. Video of the aftermath of the killing shows Border Patrol agents sealing off the scene and detaining at least two people. The agents first claimed the officer fired in self-defense after officers were attacked by blunt objects. The family of Claudia Gómez González said she set off for a better life in the United States despite what they had heard about tougher policies towards undocumented immigrants under Donald Trump. This is Gómez’s mother, Lidia González. 

LIDIA GONZÁLEZ VÁSQUEZ: [translated] “I’m going to achieve something,” she said. “I’ll earn money for my studies,” she said. But, unfortunately, she was unable to do that. Immigration killed my little girl. My little baby! No, no, no. She didn’t go to steal, She’s just gone, my baby. That’s how it is. I just want justice for my girl, because it’s not fair for them to do this. Now, if people are able to help me retrieve my baby’s body as soon as possible, that’s what I want. We can’t do anything else now. She’s dead. She’s dead. 

AMY GOODMAN: So, Debbie Nathan, if you can talk about Border Patrol continuing to exaggerate the danger to agents to justify violence against immigrants, this horrific story about the shooting death of Claudia? 

DEBBIE NATHAN: Yeah. A few months ago, I started investigating the claims the Border Patrol has been making for about, oh, the past several months, that it’s a very dangerous job and that their assault statistics were way, way up from last year. And I got data from the Border Patrol which showed that, in fact, assaults were down and injuries are down, but they were using this accounting method—they were counting in this very strange, unconventional way. And, for example, what I was told from law enforcement people is that, you know, police and law enforcement officials usually—like, if somebody is assaulted, that’s considered one assault. I mean, somebody could throw seven rocks at you, and that would be—and you’re one agent, so that’s counted as one assault. But the Border Patrol was—or still is, I guess—multiplying the number of agents assaulted—and, by the way, an assault doesn’t necessarily cause an injury, and in most cases with the Border Patrol it doesn’t—but multiplying the number of agents assaulted by the number of perpetrators and the number of weapons. So, the example that they gave me was six agents assaulted by seven perpetrators who used a water bottle, a rock and a tree branch. So, when you multiply and multiply and multiply, you get 126 assaults. Conventionally, that would be counted as six assaults. And remember that, actually, the spokesperson did not respond when I asked if any of the agents had been hurt. So, what I found out, as I continued and did the second report, was that injuries are down, according to other methods that you can look at, objective methods to look at injuries in the Border Patrol. 

And the way that this relates to the young woman who was killed is that she was actually killed about a mile from a case that I’m aware of where a very tiny Guatemalan, who looks to me like he was a teenager, was running from Border Patrol agents, I guess in the same way that the woman in this group was running a year later. He was running, and there was a melee that ensued, in which he was accused of assaulting a Border Patrol agent. But he elected to go to trial, or he was put on trial, and he was acquitted. And it was explained to me by the public defenders in the Southern District that their assumption was that the jury just took a look at the size difference between these two people. The agent was this pretty big, burly guy, and the immigrant looked like a little pencil. I mean, he was just this tiny, frail—he probably weighed a hundred pounds, and the agent probably weighed at least 160. So, they just figured that—oh, and plus the immigrant had blood on his ear. His ear was all banged up. And the agent had, I think, like a sprained elbow. So, he was acquitted. But what was interesting to me was that that will go into—that incident, whatever it was about and for which he was acquitted, will go into the statistics as an assault. 

And what’s also very telling to me is that if you listen to the Border Patrol sort of talking to itself, the Border Patrol Council, which is their union, has a podcast, which is sponsored by Breitbart, where the hosts sit there and they talk about—you know, they’re very anti-immigrant and very sort of feeling sorry for themselves. There’s one particular podcast, that anybody can listen to, where they say, “You know, we’ve just had enough of these assaults, and we should be allowed to respond. We should be allowed to use more force. And we should be allowed to”— 

AMY GOODMAN: Debbie, we have five seconds. 

DEBBIE NATHAN: Mm-hmm. “And we should basically be allowed to beat people up.” That’s what they say. 

AMY GOODMAN: Debbie Nathan, we want to thank you for being with us. Thank you for all your work on the border, as you work from Brownsville, Texas, on the Mexico border. We’ll link to your pieces in The Intercept, “Hidden Horrors of 'Zero Tolerance'—Mass Trials and Children Taken from Their Parents,” as well as the pieceyou just did, “Border Patrol Continues to Exaggerate Danger to Agents to Justify Violence Against Immigrants.” 

When we come back, the Supreme Court ruling in favor of a Colorado baker who refused to bake a wedding cake for a gay couple, citing his religious opposition. Stay with us. 



Fuente: www.democracynow.org 

http://inmigracionyvisas.com/a3816-separacion-de-padres-e-hijos-migrantes-en-Estados-Unidos.html

lunes, 1 de mayo de 2017

Los Niños Que Cruzan La Frontera Viven "Una Pesadilla Llena De Horrores Reales”



Mientras el presidente Trump sostiene su promesa de aplicar mano dura contra la inmigración y contra los inmigrantes, la escritora Valeria Luiselli nacida en México y una de las jóvenes escritoras mexicanas más aclamadas del momento

Su autora es la escritora Valeria Luiselli nacida en México y una de las jóvenes escritoras mexicanas más aclamadas del momento. Acaba de trabajar como intérprete voluntaria para decenas de menores centroamericanos migrantes que están en Estados Unidos, tras haber arriesgado sus vidas en el cruce de México en busca de refugio. 


AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now!, democracynow.org, soy Amy Goodman. Pasamos ahora a comentar un libro que ha sido publicado recientemente, calificado por la revista ´The Texas Observer´ como la primera lectura imprescindible en la era Trump. El libro se titula Los niños perdidos: un ensayo en 40 preguntas, de la escritora mexicana Valeria Luiselli, una de las más reconocidas entre la generación de escritores jóvenes mexicanos. 

Recientemente se desempeñó en Estados Unidos como intérprete voluntaria para docenas de niños migrantes procedentes de América Central que arriesgaron sus vidas cruzando México en busca de refugio en Estados Unidos. El libro comienza con la primera pregunta que Luiselli debe dirigir a cada niño al que ayuda en los tribunales de inmigración: ¿Por qué viniste a Estados Unidos? El libro ha sido publicado al mismo tiempo que el presidente estadounidense, Donald Trump, ha prometido impulsar medidas severas contra los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos. 

Valeria Luiselli, estamos muy contentos de que esté con nosotros. Empecemos por el título del libro en su edición en inglés: “Dime cómo acaba”. ¿Por qué tituló así su libro? 

VALERIA LUISELLI: Bueno, mi hija de ahora siete años, pero que tenía cinco cuando empezó la crisis, me pregunta a menudo: “Dime cómo acaba esta historia”. Entonces, su pregunta es de alguna manera el leitmotiv que regresa siempre en el libro para recordarme a mí y recordar también al lector que realmente no hay un final, que la historia no acaba, la historia sigue y sigue. Y todos esperamos que algún día acabe bien, pero ahora no se ve claro ese final. 

AMY GOODMAN: Cuéntenos cómo comienza la historia de estos niños. Se encuentran en un tribunal de inmigración y usted les pregunta por qué vinieron a Estados Unidos. 

VALERIA LUISELLI: Sí, bueno, ahí empieza la batalla legal que tiene que enfrentar los niños. Antes de esa batalla legal, por supuesto, está el proceso mismo del viaje, que es no solo difícil, sino realmente traumático: una pesadilla llena de horrores reales y de amenazas que se transforman en agresiones en la mayoría de los casos. Después está la llegada a la frontera, a través de la cual cruzan los niños para entregarse a las patrullas fronterizas, a migración, sabiendo que los niños rara vez pueden cruzar solos el desierto. Son las patrullas fronterizas quienes los reciben. Allí tienen una entrevista, los meten a lo que se conoce comúnmente como “la hielera”, que es un cuarto a temperaturas frígidas donde los niños reciben un trato francamente vergonzante. Después del tiempo que pasan ahí son llevados a un albergue donde pueden ya tener un contacto más constante con sus familiares –si es que tienen familiares en Estados Unidos–, hasta que por fin puedan llegar a casa de sus familiares. A esa casa llega el primer citatorio, los cita la corte de migración. En esa primera cita que tienen con un juez, llegan a la corte y en ella hay organizaciones civiles esperando a los niños que llegan a su cita para cacharlos de algún modo y decirles: “Nosotros podemos ayudarlos, podemos conseguirles abogados que trabajen pro bono, de modo gratuito para ustedes”. Para ello se hace una entrevista, una entrevista basada en una serie de preguntas. Yo usaba un cuestionario de 40 preguntas, pero el cuestionario va cambiando. En ese cuestionario básicamente recogemos la historia de los niños para armar un caso que después un abogado pueda decidir, tomar y representar para conseguirle al niño algún tipo de alivio migratorio. 

AMY GOODMAN: ¿Qué edades tienen estos niños? 

VALERIA LUISELLI: Los niños son de todas edades. Yo he entrevistado a niñas de cinco, seis, siete años, en la corte. Yo nunca he visto a ningún bebé en la corte, pero sé que algunas personas con las que he trabajado me han contado que han tenido que representar a niños de dos años, niños que todavía no están en edad de hablar siquiera. La gran mayoría son niños adolescentes, varones adolescentes. No sé si es porque son los que más sobreviven al viaje. Yo creo que es una mezcla de dos factores: que son, digamos, los más fuertes para sobrevivir a las atrocidades del viaje, pero también son los niños en la franja de edad más vulnerable a ser reclutados por las gangas o las pandillas, por lo que son los que más tienen que huir. 

AMY GOODMAN: ¿Y qué pasa con la niñas y los adolescentes? ¿Qué pasa con ellas? Usted incluye algunas estadísticas horribles en su libro. 

VALERIA LUISELLI: Pues sí, la gran mayoría de las mujeres, niñas o adolescentes, que hacen el viaje a Estados Unidos son violadas en algún momento del viaje. La estadística es efectivamente un horror: 8 de cada 10 mujeres y niñas son violadas a lo largo de su viaje a través de México, a través de las fronteras centroamericanas que tengan que cruzar: si vienen de Honduras o de El Salvador; si vienen de Guatemala, solo digamos la frontera de México, y luego a través de México y Estados Unidos. Y cuando no son violadas, muchas veces sufren otro tipo de abusos y horrores. La gran mayoría de los niños que llega a Estados Unidos llega en un estado de trauma. 

AMY GOODMAN: ¿Y qué pasa con ellos después? ¿Qué ocurre en los tribunales? ¿Quién toma las decisiones? 

VALERIA LUISELLI: Bueno, después de lo que yo relataba hace rato, –después de la estancia en la hielera, el paso al albergue, la llegada por fin a casa de algún familiar–, cuando empieza por fin el proceso legal contra ellos, básicamente tienen veintiún días para encontrar un abogado que los defienda de una orden de deportación. En esos veintiún días tienen que encontrar una escuela que los acepte. Para que sean candidatos a cualquier tipo de ayuda migratoria tienen que demostrar que están en una escuela, por ejemplo. Entonces, ahí hay otro nivel de dificultad porque muchas escuelas en zonas del país a las que han llegado un número mayor de estos niños, esas escuelas de esas zonas han tratado muchas veces de cerrar sus puertas a los niños. De hecho, hubo varios escándalos graves este año en escuelas de Long Island –donde yo trabajo, por cierto–, porque las escuelas no estaban admitiendo niños y estaban ilegalmente diciendo a los padres de esos niños que necesitaban papeles, lo cual no es cierto. Ningún niño necesita en ese estado demostrar papeles ni nacionalidad ni mucho menos, para tener el derecho básico a una educación. Entonces, los niños tienen que demostrar que están en la escuela, y tienen que básicamente armar un caso, en donde su historia y los horrores de los cuales huyen justifique la necesidad y la urgencia del asilo o de alguna otra forma de alivio migratorio. Es una paradoja extraña que el que entrevista a los niños de alguna manera necesita escuchar lo peor posible para saber que ese niño tiene el derecho a armar un caso. 

AMY GOODMAN: ¿Con qué frecuencia son rechazados? ¿Con qué frecuencia son aceptados? 

VALERIA LUISELLI: Mira, los números que se van recogiendo, o que se han recogido en estos años, indican que los niños que consiguen abogado tienen casi un 100% de probabilidad de poder quedarse. Es decir, lo más importante es poder conseguir un abogado. Por eso, el trabajo de las organizaciones civiles es tan importante, y el apoyo ciudadano a esas organizaciones es tan importante, porque mientras más apoyemos a las organizaciones, ya sea a través de donaciones, a través de voluntariados, más aumentamos la probabilidad de que haya abogados que decidan adoptar casos de niños y que esos niños entonces consigan quedarse. Pero si un niño no consigue un abogado, su probabilidad de poder quedarse aquí es muy, muy baja. No hay números claros sobre cuántos de los niños que han llegado se han podido quedar y cuántos no. Yo he leído reportes que dicen cosas muy distintas, pero lo que está claro es lo que estoy diciendo sobre los abogados. Los únicos niños que son deportados inmediatamente, en las primeras 24 o 48 horas, son los niños mexicanos. Los niños mexicanos no tienen derecho ni siquiera a defender su caso en una corte. 

AMY GOODMAN: Usted comenta que a algunos niños se les niega el ingreso en la escuela, que se les dice que necesitan papeles para ello. ¿Ha intervenido usted alguna vez? ¿Quién interviene? Y, ¿con qué frecuencia se consigue que esos niños puedan ir a la escuela? 

VALERIA LUISELLI: En el condado de Nassau, [estado de Nueva York] hubo un escándalo público hace unos años, porque las escuelas del condado de Nassau estaban haciendo eso. Pero personas –yo me imagino, del Departamento de Educación–, intervinieron en esas escuelas, hubo presencia de los medios denunciando la situación y ahora, supuestamente, las escuelas están abriendo sus puertas a todos los niños. Pero es relativamente incierto. Es decir, por ejemplo Manu, que fue el primer niño que yo entrevisté en la corte, y un niño con el que todavía tengo una relación cotidiana porque sigo traduciendo para él en su caso con sus abogados, y además es uno de los miembros jóvenes de la organización que tenemos en la Universidad Hofstra´The Teenage Immigrant Integration Association´, él por ejemplo, tuvo que salir de Hempstead High School, porque lo estaban acosando miembros de un gang. Y entonces, trató de meterse a una escuela en Long Beach, en donde no lo aceptaron, le dijeron que necesitaba tomar clases de inglés primero, y entonces se metió a clases de inglés. Luego, yo llamaba a la escuela Long Beach periódicamente, para decirles: "Os tienen que aceptar. Es decir, no pueden simplemente no aceptar, no es legal no aceptar a un niño", y nunca nadie me hizo caso en el instituto de secundaria de Long Beach. Luego, lo intentamos su tía y yo en varias escuelas. Ella no habla inglés, entonces, digamos que ella conseguía datos de una escuela que los interesaba y yo hacía la llamada y llamamos a varias escuelas en Long Island, escuelas especializadas técnicas, escuelas de secundaria también, y nunca nos dieron cita, nunca nos dieron nada. Las escuelas mismas no están siendo nada receptivas. Manu, hasta la fecha, no va a la escuela. Creo que va a tratar de meterse a unas clases nocturnas. Mientras tanto, está viniendo a Hofstra a tomar clases de inglés. 

AMY GOODMAN: Hablemos sobre el lenguaje. Usted afirma que, por primera vez en mucho tiempo, las élites culturales y liberales, así como la población en general en Estados Unidos, parecen estar bastante más preocupadas por este asunto. Ese es el tipo de alivio al que se refiere cuando habla de los activistas que defienden a los inmigrantes, lo cual a algunos les puede sonar algo extraño. ¿Podría explicar esto? 

VALERIA LUISELLI: Claro, nadie está aliviado de que Trump esté ahora sentado en la silla presidencial; a nadie nos trae alivio, a nadie nos trae paz, sino lo contrario. Bueno, supongo que hay gente a quien sí le trae paz. A lo que me refiero con eso es que para quienes desde hace años nos preocupa el tema de la inmigración, el hecho de que Trump haya hablado y siga hablando con tanta demencia y violencia en contra de las poblaciones migrantes, ha puesto sobre la mesa y en primer plano el tema de las migraciones, el tema de los refugiados, sean niños, sean refugiados de Centroamérica, sean de otras partes del mundo. Eso es un avance, en el sentido de que, quienes trabajamos en inmigración directamente, tenemos muchísimo más apoyo de la sociedad civil. Pienso, por ejemplo, en la reacción de la sociedad civil ante las protestas de los aeropuertos después de la prohibición a los musulmanes y cómo la sociedad civil no solo se presentó y estuvo físicamente en los aeropuertos, pero además hubo millones de donaciones al ACLU, y cómo el ACLU recogió 25 millones de dólares en un fin de semana, gracias a los cuales pudo contratar a 200 abogados más durante la siguiente semana. Digamos, ese tipo de procesos donde la sociedad civil se involucra profundamente, o más profundamente, con lo que las instituciones o las organizaciones hacen básicamente solos siempre es importantísimo. Y yo creo que ese es un cambio fundamental que se ha visto en los últimos meses. 

AMY GOODMAN: ¿Podría comentar la relevancia de que su libro esté siendo publicado justo a comienzos de la era Trump? La revista ´The Texas Observer´ lo ha calificado como la primera lectura imprescindible en la era Trump. ¿Qué impacto espera que cause su libro, especialmente cuando usted hace referencia a la estructuración del lenguaje y a desafiar el lenguaje utilizado para describir a los inmigrantes? 

VALERIA LUISELLI: Cuando yo escribí ese libro, Trump todavía era un señor raro que había sido un celebrity de la televisión, todavía ni siquiera figuraba en nuestra conciencia como un posible presidente de este país, o al menos en la mayoría de nosotros. Entonces, cuando yo escribí este libro, lo escribí en contra de las políticas casi siempre ignoradas por los medios de comunicación masivos de la administración de Obama, políticas que afectaron profundamente y de forma muy negativa a comunidades migrantes. La reacción de la administración de Obama, la reacción de Washington ante la crisis migratoria de cientos de miles o decenas de miles, y luego, eventualmente, más de 100.000 niños centroamericanos que llegaban solos a la frontera, fue una reacción francamente avergonzante, poco humana. Básicamente crearon un grupo de casos, un docket, que se llama: los niños que antes tenían un año para conseguir un abogado y defenderse de la deportación ahora tenían solo veintiún días para conseguir un abogado. Además de que todos han hecho la vista gorda con el tema profundamente injusto de que la ley actual protege a todos los niños del mundo y los hace candidatos al asilo, y excluye a los niños mexicanos, porque Bush en 2007 hizo una enmienda a esa ley, tal que excluyan niños de países con fronteras colindantes a Estados Unidos. Osea, niños canadienses o niños mexicanos, pero realmente solo niños mexicanos, porque nunca hemos sabido de un niño canadiense que trate de emigrar a Estados Unidos. Entonces bueno, todo el mundo ignora eso; eso se sigue ignorando hoy en día por ejemplo, el por qué esa ley excluye a los niños mexicanos. Y, desafortunadamente, todo lo que yo escribí, pensando que era un problema, de algún modo digamos circunscrito a un momento y a unas decisiones mal tomadas de una administración, se volvió ahora mucho más relevante, todo lo que yo denunciaba se volvió ahora peor, digamos, peor y más ominoso. Entonces, sí, de alguna manera paradójica, rara y siniestra este libro es mucho más pertinente ahora de lo que era cuando yo lo escribí. Pertinente porque los tiempos cambiaron para peor. Pero también pertinente porque es un libro que de algún modo muestra mi profunda creencia y entusiasmo por las organizaciones civiles y su poder para cambiar poco a poco las cosas. Entonces, es un libro que no ofrece soluciones pero que sí habla del trabajo de las organizaciones civiles, y creo que hoy en día también es mucho más visible, importante, y hasta cierto grado ha sido más exitoso el papel de las organizaciones civiles en este país. 

AMY GOODMAN: Quiero que hablemos sobre lo que está pasando en México, recientemente hemos informado del asesinato del periodista Maximino Rodríguez. Lo que lo convierte en el cuarto periodista asesinado en tan solo seis semanas. Rodríguez, que informaba sobre corrupción policial para el Colectivo Pericú, fue asesinado el 14 de abril en la ciudad de La Paz, en México, uno de los países con la mayor tasa de asesinatos de periodistas. ¿Conoce este caso? ¿Cuáles son las implicaciones de que México sea un país tan peligroso para los periodistas? 

VALERIA LUISELLI: Sí, por supuesto que supimos de este caso como cada semana prácticamente sabemos de un caso más de un periodista asesinado. Hace un par de semanas fue en Chihuahua, esta semana en La Paz; Veracruz es uno de los estados digamos más infestados por el cáncer de los carteles y de un gobierno local profundamente corrupto. Por suerte, fue aprehendido por fin Duarte, el ex gobernador del Estado, un criminal absoluto. Pero lo que sucede en México es que en algún momento nos quedamos sin ley, o hay leyes pero las leyes no se aplican, y hay un grado de impunidad a todos los niveles, sobre todo los niveles más altos, que hace que el país simplemente no pueda salir de donde está, estamos como atorados en un ciclo infernal desde hace años, básicamente desde que entró Calderón y declaró la guerra del narco. No hemos podido salir de ahí. Y no se ve claro cuándo podremos salir de ahí, no se ve claro cómo rearmar un país en donde se perdió el ejercicio básico de la ley. 

AMY GOODMAN: ¿Y cómo cree que las políticas de Estados Unidos afectan a México? 

VALERIA LUISELLI: Siempre. No solo somos los vecinos de Estados Unidos, sino que tradicionalmente, el involucramiento de EE.UU. con los países en el mundo, pero, para hablar solo de América Latina, ha sido muchas veces un involucramiento muy nocivo. En cada golpe de Estado, en cada gobierno militar asesino, en cada, digamos, desastre y principio de derrumbe de procesos democráticos, ha estado detrás la CIA. Esto no me lo estoy sacando de la manga: si revisas, por ejemplo, la guerra civil en El Salvador, estaba la administración de Reagan detrás, básicamente, de financiar al gobierno militar que después masacró a su gente y que fue responsable de que tuviera que irse casi un quinto del país afuera de El Salvador huyendo de un gobierno militar que los estaba asesinando. 

Las dictaduras en el Cono Sur, los golpes de Estado, la situación en Colombia... Yo cada vez que leo un periódico donde –últimamente, por ejemplo–, dicen que la CIA se quiere comprometer más a fondo con la guerra contra las drogas en México; espero realmente que no, que se mantengan lejos y fuera porque es el principio del final, si la CIA empieza a financiar. No es que no los estén financiando ya. 

Entonces, bueno, el involucramiento de Estados Unidos es profundo, y parte de lo que argumento en "Tell me how it ends" (Los niños perdidos) es que tiene que haber una admisión de responsabilidad histórica compartida entre Estados Unidos, México, y los países del Triángulo del Norte. No tiene toda la culpa Estados Unidos, por supuesto: ahí está México con su incapacidad de gobernarse a sí mismo siquiera, y digamos, el desastre que permitió el gobierno mexicano con el poder que ahora tienen los carteles de droga, y por supuesto, los gobiernos del Triángulo del Norte, que son igualmente corresponsables de todo lo que está sucediendo. La cuestión es que haya una admisión de responsabilidad histórica y actual con lo que está sucediendo. 

AMY GOODMAN: ¿Ha fortalecido Trump a Peña Nieto ante los ojos de los mexicanos, o lo ha debilitado? Peña Nieto ha dicho que no va a financiar el muro, pero recibió a Trump cuando este era candidato, lo que según muchos hizo que Trump fuera visto como alguien que tenía el potencial de ser presidente, porque tuvo esta oportunidad de reunirse con un jefe de Estado extranjero. Esa noche Trump fue a Phoenix (Arizona), y dio uno de los discursos más racistas en contra de los inmigrantes de su campaña. 

VALERIA LUISELLI: Sí, Peña Nieto es insalvable, en el sentido de que yo creo que ningún presidente mexicano ha tenido tan poco apoyo ciudadano, y no lo merece. Yo creo, francamente, que Peña Nieto debería estar en la cárcel, no por lo que ha hecho y no ha hecho durante su presidencia, sino por las atrocidades de Atenco cuando él era gobernador en el Estado de México. Pero bueno, más allá de eso, sí puede que hasta cierto punto Peña Nieto haya recibido apoyo en algunas de sus posteriores reacciones a las declaraciones de Trump sobre el muro, porque en efecto, salió a defender la dignidad bastante rota de México y a decir que los mexicanos no pagarían por el muro. Pero como bien dices, ya había recibido antes a Trump por órdenes o por plan de [Luis] Videgaray, que era su ministro de economía en ese momento. Eso fue una gran derrota para los mexicanos, es decir, que nuestro presidente hiciera más presidenciable a un candidato que nos había humillado constantemente durante toda su campaña y que luego, esa noche, efectivamente, fue a Arizona y dio uno de los discursos más violentos y humillantes para los mexicanos. Por suerte, le queda muy poco tiempo a Peña Nieto. No es que tengamos muchas buenas opciones visibles enfrente. 

AMY GOODMAN: Finalmente, su libro anterior era de ficción, ahora ha pasado a escribir no ficción. ¿Por qué? 

VALERIA LUISELLI: Bueno, yo empecé como escritora de no ficción. Mi primer libro, que se llama Papeles falsos en español y "Sidewalks" en inglés, es un libro de ensayos sobre la extranjería, los exilios, los desplazamientos, la traducción precisamente... Solo que es un libro mucho más lírico, un ensayo mucho más lírico, una aproximación a escritores exiliados, a procesos lingüísticos en poemas de escritores bilingües o trilingües; es una cámara distinta a un problema de algún modo compartido. Luego, este libro también tiene algún precedente en mi carrera como escritora, como académica, como estudiante. Mi tesis de licenciatura –yo estudié en la UNAM en México, antes de venir a estudiar un doctorado aquí en Columbia–, y en la UNAM en México me licencié con una tesis de licenciatura sobre migración precisamente, era una crítica bastante mal escrita a John Rawls, desde el punto de vista de la inmigración ilegal. Entonces, bueno, desde entonces –tenía veinte o veintiún años cuando escribí esa tesis–, el tema de la inmigración me apasionaba y me ocupaba. Y este libro, de algún modo, es un desarrollo natural de muchos procesos distintos que he ido trabajando y desarrollando a lo largo de mi vida. 

AMY GOODMAN: Quiero agradecerle por estar con nosotros. Valeria Luiselli, escritora galardonada. Su último libro se titula Los niños perdidos: un ensayo en 40 preguntas. Entre sus libros anteriores se encuentran: Papeles Falsos, Los ingrávidos y La historia de mis dientes.


Fuente: www.democracynow.org 
http://www.inmigracionyvisas.com/a3601-la-pesadilla-de-los-menores-al-cruzar-la-frontera.html