El alcalde Andreas Hollstein considera que los refugiados son un beneficio para su comunidad y, cuando llegaron cantidades sin precedentes a Europa en busca de seguridad, se ofreció como voluntario para tomar más de lo que correspondía a su ciudad.
Desde entonces, ha trabajado incansablemente para asegurarse de que los recién llegados sean bienvenidos en su ciudad de Altena, en el oeste de Alemania, y para crear una atmósfera propicia para la integración, un logro por el que ha sido nominado al Premio Nansen para los Refugiados de ACNUR.
El premio anual honra a aquellas personas que han hecho esfuerzos extraordinarios para apoyar a las personas refugiadas y desplazadas.
“Se trata de dar pequeños pasos y enviar pequeñas señales”, dice Hollstein, cuya ciudad de 17.000 personas ha aceptado 450 solicitantes de asilo desde 2013.
“No podemos resolver todos los problemas de los refugiados en todo el mundo”, agrega Hollstein, de 55 años. “Pero podemos hacer nuestro gran esfuerzo para mejorar las cosas dentro de lo posible. Creo que lo hemos hecho y no ha sido mayor carga”.
La ciudad ha tenido problemas en los últimos años. Las fábricas se han cerrado y la población ha disminuido. Ahora el alcalde ha logrado cambiar las cosas, promoviendo una visión de una comunidad que prospera una vez más, esencial para el bienestar a largo plazo de los refugiados y las personas que los acogen. Ha destacado los efectos positivos de la afluencia de refugiados, haciendo hincapié en el potencial y las habilidades aportadas individualmente por los recién llegados.
El alcalde, los voluntarios y los refugiados reconocen las ventajas de mejorar la autosuficiencia de los refugiados y de permitirles tener acceso al mercado laboral. Impulsa la economía local y beneficia a la población de acogida, al tiempo que ofrece oportunidades a largo plazo para los recién llegados.
“El objetivo por el que estoy luchando es el correcto”.
El alcalde y su comunidad fueron seleccionados previamente por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico y el gobierno alemán por sus enfoques exitosos para la integración de los recién llegados.
Ahora han sido elegidos como los finalistas regionales de Europa para el Premio Nansen para los Refugiados. El ganador del premio aún no revelado será anunciado el 25 de septiembre y será presentado por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, en una ceremonia en Ginebra a finales de este año.
El galardón se otorga en honor al explorador y humanitario noruego Fridtjof Nansen, primer Alto Comisionado para los Refugiados, nombrado por la Liga de las Naciones en 1921. Su objetivo es mostrar sus valores de perseverancia y compromiso frente a la adversidad.
Hollstein ha demostrado perseverancia frente al correo de odio que ha recibido regularmente, así como una lesión que sufrió en un ataque con arma blanca el año pasado por un residente que según parece se opone a su política de acogida de refugiados.
“El objetivo por el que estoy luchando es el correcto”, dice. “Llegué a la política porque quería alcanzar metas y adoptar posturas. Eso no siempre es cómodo, pero sigo creyendo que es correcto”. Con una comunidad dedicada de voluntarios y una variedad de enfoques innovadores, Hollstein busca convertir a los recién llegados de Altena de extraños en vecinos. Él dice que mejorar la comunicación es el núcleo de su estrategia.
“Queríamos que los recién llegados y los lugareños hablaran entre ellos”, dice. “Incluso si tiene que estar usando solo gestos al principio, es mejor a que las personas no se comunicaran. Significa que podemos hacer que las personas dejen de ser un número anónimo o un nombre desconocido, y que se logre crear una relación con ellos”.
Para alentar esto, Hollstein asegura que los recién llegados se alojan en apartamentos en varias partes de la ciudad, en lugar de en un albergue central separado. Cuando se mudan, los voluntarios les presentan a sus nuevos vecinos.
“Los recién llegados son una ganancia para la sociedad alemana”.
La administración apoyó el desarrollo de un portal de Internet para unir las habilidades de los refugiados con los empleos. Este enfoque ha permitido a muchos establecer contactos rápidamente con miembros de la población local, aprender el idioma y encontrar oportunidades de empleo o educación.
Para Zarifa Brmaja, una madre de dos hijos de la ciudad siria de Alepo, la política ha demostrado ser un salvavidas. Casi todos los días, tiene una visita de un vecino mayor que la está ayudando a aprender alemán.
“Es bueno estar aquí en Altena porque la gente quiere ayudar”, dice Zarifa, de 25 años, quien también está inscrita en un curso de idiomas dirigido por voluntarios en Stellwerk, un centro de coordinación para voluntarios. Mientras estudia, los voluntarios cuidan a sus dos hijos pequeños en la habitación de al lado.
“La gente aquí es muy acogedora”, coincide el esposo de Zarifa, Shahin, de 33 años, un ingeniero que encontró trabajo con el servicio municipal de Altena después de completar también las clases de alemán. “Tal vez en otros lugares no haya tanto contacto entre personas. Pero sabemos que tenemos suerte de estar aquí”. La estrategia de bienvenida de Altena va más allá de las amistades fortuitas con los vecinos. Hollstein quería asegurarse de que todos los recién llegados tuvieran a alguien que los cuidara.
Los voluntarios actúan como “cuidadores” para ayudar a los solicitantes de asilo a tratar con los funcionarios y apoyarlos en otros aspectos de la vida cotidiana en Alemania.
“Los recién llegados son una ganancia para la sociedad alemana”, dice Ludger Leweke, de 68 años, residente permanente de Altena y voluntario que asesora a unos 20 jóvenes refugiados, a quienes ayuda a solicitar trabajo y pasantías. “Es por eso que quiero ayudarlos en sus carreras”.
“Con pequeños pasos puedes hacer algo bueno para las personas necesitadas”.
Uno de ellos es Muhannad Alsaour, de 23 años, oriundo de Damasco, que llegó a Altena en 2015. Rápidamente aprendió alemán y consiguió una práctica como electricista. “Ludger me explicó cómo tener una buena vida aquí en Alemania”, dice. “Estoy muy agradecido con él, me ha ayudado mucho”. Historias como las de Muhannad y Ludger se pueden encontrar por toda la ciudad y, según Hollstein, son el secreto detrás del éxito de Altena.
“Los voluntarios son la columna vertebral de nuestro trabajo; nada podría pasar sin ellos”, dice. “Lo que es especial en Altena es el enfoque integral. No estamos haciendo nada que no esté sucediendo en otros lugares, pero estamos haciendo las cosas a un alto nivel en varios aspectos diferentes”.
Él espera que el éxito de Altena envíe un fuerte mensaje a otras comunidades de que incluso las contribuciones más pequeñas pueden marcar la diferencia, independientemente de su tamaño, en Alemania y más allá.
“Con pequeños pasos se puede hacer algo bueno para las personas que lo necesitan”, dice Hollstein. “No son las grandes palabras de los principales políticos lo que importa. Es la gente que muestra la cara humanitaria de Europa, y esa gente, somos nosotros”.