Estados Unidos admite refugiados de muchos países del mundo. Estos refugiados son los más vulnerables de entre los que no pueden regresar a sus hogares debido a un temor fundado de ser perseguidos debido a su religión, raza, nacionalidad, opinión política o pertenencia a un determinado grupo social.
Muchos de los que comienzan una nueva vida en Estados Unidos este año vienen de la República Democrática del Congo, Birmania, Siria, Iraq y Somalia.
Cuando un refugiado llega a Estados Unidos frecuentemente carece de hogar, de medios de subsistencia e incluso no dominan el idioma inglés. Y aun así, tras unos pocos meses, tiene una expectativa razonable de volverse autosuficiente.
Por medio de diversos programas, el gobierno de Estados Unidos asiste a los refugiados para que obtengan vivienda, alimentos, matriculen a sus hijos en la escuela, aprendan inglés y encuentren empleo.
“Es realmente muy notable que las personas sean capaces de lograr esto”, sostiene Stacie Blake. Y ella sabe de lo que habla. Blake trabaja para una de las agencias para el reasentamiento de refugiados que ayudan a estas personas desplazadas a comenzar una nueva vida.
Según Blake, el trabajo para el reasentamiento de refugiados que llevan adelante cada día las agencias “es nuestro legado, es la manera en la que el país fue fundado”.
Estados Unidos ha acogido a casi 3 millones de refugiados desde 1975; más que todos los otros países juntos. En 2016 hasta el 30 de septiembre se esperaban otras 85.000 personas. La agencia de reasentamiento trabaja junto con cientos de voluntarios y redes locales. De esta manera, Blake y sus colegas pueden poner en contacto a los refugiados recién llegados con las comunidades más afines. Tratan de buscar vecindarios en los que vivan otras personas que hablen el mismo idioma y que compartan la misma cultura, y en los cuales existan servicios apropiados como escuelas, centros de cuidado de ancianos y transporte público, entre otros.
Los refugiados recién llegados suelen encontrar empleo rápidamente. Las comunidades que los acogen están “muy bien integradas” con los empleadores locales que “dependen de estos nuevos trabajadores” para cubrir puestos de trabajo en hoteles, restaurantes, tiendas y fábricas, según señala Blake.
Y ese primer empleo es solo el comienzo. Como un refugiado reasentado “puedes aprender inglés y mejorar tu posición, obtener un ascenso… [o] volver a estudiar”, afirma Blake.
O desplazarte. Como cualquier estadounidense, los recién llegados son libres de mudarse dentro de Estados Unidos. Luego de transcurridos cinco años, pueden solicitar la ciudadanía.
Para Blake, la parte más gratificante de su trabajo es hablar con posibles arrendadores y empleadores que sienten una conexión con sus propios antepasados inmigrantes. Les entusiasma recibir a los recién llegados.
“Eso es lo mejor de Estados Unidos. Para mí, eso es lo que somos. Y tengo el privilegio de ser testigo de ello día tras día”, comentó.
Fuente: Share.america.gov en Español
http://inmigracionyvisas.com/a3446-Refugiados-Rehacen-sus-Vidas-EEUU.html
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