Los empresarios estadounidenses han ayudado a construir la economía más fuerte del mundo. Estados Unidos está deseoso de ayudar a otros países a prosperar también compartiendo los conocimientos de sus empresarios, especialmente con las mujeres, a quienes a menudo se les niegan oportunidades de negocios, en detrimento de sus familias y comunidades.
El Programa del Departamento de Estado de Estados Unidos para Mujeres Emprendedoras de África (AWEP, en inglés) está tratando de cambiar esto. Cada verano trae a Estados Unidos a empresarias prometedoras del África subsahariana para que aprendan estrategias empresariales, promoción y técnicas innovadoras estadounidenses.
Las participantes pasan tres semanas en un viaje por Estados Unidos para establecer contactos con empresarios, formuladores de políticas, incubadoras de empresas y otros. Las más de 200 mujeres que han completado el programa desde 2010 han regresado a sus hogares para crear miles de puestos de trabajo.
El programa “anima a las mujeres a pensar a lo grande y a compartir sus sueños con otros”, dice Jennifer Galt, vicesecretaria de Estado adjunta de Estados Unidos para Asuntos Educativos y Culturales.
A una reciente muestra en Washington de los productos de las mujeres empresarias asistieron algunos embajadores de países africanos. Se mostraron desde ropa de alta costura hasta textiles, cosméticos y alimentos. A continuación algunas de las instantáneas que marcan la diferencia en el sector agrícola.
Buscando crecer juntas
Zainab Mustapha Jaji proviene de una familia de empresarios. Incluso a la edad de 8 años, dice, soñaba con comenzar su propio negocio porque vio la diferencia que su familia estaba logrando en su comunidad. Hoy en día es propietaria de una granja ganadera y dirige una empresa de suministros agrícolas y otras empresas que emplean a 70 personas.
“Tenemos que unirnos como mujeres empresarias. Por sí solas, no va a funcionar”, dice Jaji, quien también es líder de la red del Programa para Mujeres Emprendedoras de África en África Occidental.
Combinar el activismo y los negocios
La empresaria de Tanzania Khadija Ally Said lanzó su negocio de miel natural, Asali ya Bibi, el día del cumpleaños de su madre. Escogió este día tan especial porque quería que el mundo notara y apreciara el papel de la mujer en el desarrollo económico.
Khadija Ally Said compra su miel de un grupo de mujeres en el corredor oeste de Tanzania que está infradesarrollado. (Depto. de Estado/D.A. Peterson) “Quiero empoderarlas, quiero que sientan que tienen un mercado sostenible”, dice Said. “Quiero que se sientan valiosas, que están haciendo algo bueno”. Con un envase muy mejorado, está impulsando las ventas y espera exportar miel de Tanzania a otros países, incluido Estados Unidos.
Recuperarse del fracaso
Inicialmente formada como ingeniera civil, Mariama Abdoulaye, de Níger, se recuperó de su fracaso en un negocio de minería de carbón que inició y tuvo éxito en la producción de mermeladas artesanales y harinas fortificadas. También les enseña a otras mujeres jóvenes cómo ir construyendo sus propias carreras como ella lo ha hecho. “Hay una gran demanda, y apenas estamos ganando lo suficiente para satisfacer las necesidades del mercado local. Nuestra visión es mejorar la producción”, dice.
“Necesitamos mujeres independientes, especialmente hoy en día, porque las mujeres son las que mantienen a sus familias y aportan a sus comunidades”, comentó Abdoulaye.
A Anick Natacha Kouadio, de Costa de Marfil, le preocupaba que el 80 por ciento de los mangos cultivados localmente se pudrieran antes de que pudieran ser vendidos. Dejó un trabajo estable y, con sólo 200 dólares, comenzó un negocio que hoy emplea a 100 personas. Su empresa vende mangos secos, arroz y otros productos básicos cultivados por mujeres agricultoras que ya no se desperdician.
Anick Natacha Kouadio tiene tres tiendas que venden arroz y otros productos cultivados por mujeres. (Depto. de Estado/D.A. Peterson) Anick Natacha Kouadio tiene tres tiendas que venden arroz y otros productos cultivados por mujeres. (Depto. de Estado/D.A. Peterson)“Estas mujeres ya trabajan en la producción, pero no hacen el procesamiento. Queremos trabajar con ellas para agregar valor a lo que venden”, dice Kouadio, que espera ampliar su negocio a 20 tiendas.
Forjar su propio camino
La empresaria guineana Justine Lamah perdió 15.000 dólares, una gran cantidad de dinero para ella, cuando el primer recipiente de aceite de cocinar que intentó exportar fue devuelto por tener impurezas. A través de AWEP ha aprendido los estándares de calidad para el envío internacional, se ha asegurado de que sus productos sean de la más alta calidad, y dirige un negocio que está prosperando.
Justine Lamah (izda.) de “Exportaciones Welkema” de Guinea y Amina Azia Ouro-Agoro del “Grupo Minagro” en Togo muestran sus artículos. (Depto. de Estado/D.A. Peterson) “Crecí con el espíritu emprendedor en mi familia”, dice Lamah. De niña, “iba directamente de la escuela al mercado para ayudar a mis padres a vender sus productos. … Siempre buscaba ganar dinero para poder ser independiente y mantenerme por mi cuenta”.
Ayudar a la próxima generación
La empresaria de Togo Amina Azia Ouro-Agoro también estaba preocupada por la cantidad de frutos de la labor de los agricultores que se desperdiciaban.
Al procesar los alimentos más rápidamente, ella y su mano de obra compuesta solo por mujeres ahora producen cinco toneladas de plátano en polvo al mes y exportan harina a varios países. Sus trabajadoras pueden pagar las matrículas escolares de sus hijos. “Son independientes, autónomas y florecen”, dice.
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